Este método promete “milagros” con “muy poco esfuerzo”…
El electrofitness se ha convertido en un fenómeno comercial. Cuerpos tonificados y perdida de kilos con menos esfuerzo y solo conectándose a unos cables. La fórmula es promocionada por cuanto famoso en redes sociales, a cambio de algún canje, por supuesto. Pero, ¿qué tan efectivo es este tipo de entrenamiento “milagroso”?
Primero, veamos cuándo y para qué nace la EMS (electroestimulación muscular, por sus siglas en inglés). Este método se viene practicando desde los años sesenta, con fisioterapeutas colocando electrodos o pinchando agujas sobre los músculos que pretenden estimular. Sus indicaciones son variadas: desde potenciar la fuerza hasta reducir los dolores, pasando por programas para relajar o mejorar la circulación y el tono muscular.
Cuando pasó al mundo del fitness, en un principio lo hizo prometiendo muy poco esfuerzo para obtener resultados. Incluso podías conectar los electrodos sentado viendo la televisión y en zonas específicas, como los brazos o el abdomen. Ahora, se presenta como electroestimulación con chaleco o electrofitness.
Mientras realizas una rutina de entrenamiento tienes puesto una especie de chaleco equipado con varios electrodos. Los puntos de aplicación de la corriente eléctrica se distribuyen por todo el cuerpo, realizando descargas por los cuatro costados. ¿Implica esto mayor efectividad?
“El beneficio que aporta la electroestimulación con chaleco no compensa los riesgos que presenta”, asegura Nicola Maffiuletti, doctor especialista en fisiología muscular y uno de los mayores expertos mundiales en electroestimulación. Esto, porque puede afectar diversos órganos, como los riñones y el corazón, además de la capacidad neurológica motora y la pérdida de eficacia en el entrenamiento deportivo. “Si el estímulo llega sobrepasado a demasiados músculos puede originar lesiones y dolor y, en el peor de los casos, rabdomiólisis”, agrega Maffiuletti.
Por otro lado, el exceso de intensidad con el chaleco rompe las fibras musculares y hace que una proteína llamada mioglobina entre al torrente sanguíneo. Si bien en pequeñas cantidades no supone una amenaza para la salud, sí destruye muchas fibras de demasiados músculos y en altas cantidades puede obstruir el sistema excretor renal, que es la principal responsable del daño renal.
“Los valores normales de esta proteína suelen estar entre 130-150 unidades y en situaciones de ejercicio físico muy intenso puede llegar a alcanzar las 10.000. En entrenamientos con chaleco se han hecho estudios que prueban que las cifras pueden alcanzar hasta 280.000 en futbolistas de élite, así que imaginemos lo que puede llegar a provocar en personas sedentarias”, explican un experto al diario El País de España.
“No hay evidencia científica de que la electroestimulación sea mejor opción que el ejercicio convencional para lograr adaptaciones metabólicas o musculares, excepto en personas con movilidad muy reducida como pacientes de cuidados intensivos de larga duración o con enfermedades pulmonares obstructivas crónicas”, aclara Maffiuletti al mismo medio.
Bernardo González, especialista en rendimiento deportivo de golf, señala en la misma línea que la electroestimulación “no debería pasar del ámbito de la fisioterapia y la recuperación de lesiones, siempre utilizada como medio para culminar un proceso, no para activar cosas que no deberían estarlo”.
En definitiva, siempre recuerda que el marketing y la ciencia no siempre van de la mano, especialmente en el mundo del fitness. No existen métodos milagrosos para tener un cuerpo saludable. De hecho, un estudio llamado ‘Effect of wholebody electromyostimulation on energy expenditure during exercice’, publicado en 2012, prueba que solo se gasta un 20% de calorías más respecto al mismo ejercicio sin chaleco. Teniendo en cuenta que las sesiones vienen a ser de 20 minutos, una sin chaleco de 24 minutos iguala esa ventaja y sin los riesgos del chaleco.
El único método probado para un cuerpo saludable o tonificado es una buena alimentación y entrenamiento recurrente. El electrofitness es un gran fenómeno comercial, nada más.
Fuente: El País.