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Las bebidas gaseosas son muy populares a la hora de refrescarse o acompañar una comida. Lamentablemente, la gente no está consciente de los numerosos efectos adversos que provoca el recurrente consumo de estas bebidas.

Las bebidas gaseosas tienen grandes cantidades de azúcar refinada, entre ellas la fructosa. De acuerdo a varios estudios, debido al efecto de la fructosa sobre las hormonas, el consumo prolongado de gaseosas juega un rol fundamental en la ganancia de peso y la obesidad. Además, una lata de bebida contiene aproximadamente 12 cucharadas pequeñas de azúcar, muy por encima de lo recomendado para consumir diariamente. Esto también significa un alto consumo de calorías.

Otra de las desventajas de este consumo es el daño que provoca en los dientes y huesos. El azúcar y ácido de las bebidas gaseosas disuelven fácilmente el esmalte de los dientes, provocando que las caries generen un daño aún mayor. En cuanto a los huesos, las gaseosas contienen ácido fosfórico, lo que consumido en altas cantidades aumenta la probabilidad de desarrollar osteoporosis. Cuando el fosfato es excretado a través de la orina, se lleva calcio consigo, eliminando este mineral esencial del cuerpo.

El consumo de gaseosas también genera o agudiza los problemas renales, ya que este líquido contiene altos niveles de ácido fosfórico, lo que aumenta el riesgo de generar cálculos.

La lista de efectos adversos no se queda ahí. Problemas cardíacos, diabetes, asma, complicaciones reproductivas, alergias e hiperactividad (provocadas por los colorantes), todas han sido asociadas al consumo excesivo de bebidas gaseosas.

 

¿Cómo comenzar entonces a dejar de consumirla?

Debido a que estas bebidas generan adicción, no es fácil cortar su consumo de raíz. Es por eso que la sugerencia es ir eliminando de a poco su ingesta, y no incentivarla en los niños. Si consumimos más de una lata o vaso diario, lo primero sería reducirlo sólo a uno. Luego, solo tres por semana, de manera de ir adaptando nuestro cuerpo.

Otra estrategia es mezclar la bebida con agua, con lo que reduciremos el consumo de azúcar. También se recomienda quitar la sed con un vaso de agua con hielo, o agregarle un sabor a tu agua: agrégale unas láminas de limón, naranja, o la fruta que prefieras. Refrigérala por un rato y toma varios vasos al día. Con esto te mantendrás hidratado y sin hacerle daño a tu cuerpo.

Recuerda que la fuerza de voluntad, y las ganas de mantenerte saludable, serán claves a la hora de lograr el objetivo.

 

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